martes, 23 de junio de 2015

Conociendo a fondo los Balcanes (parte I)

Aprovechando que he estado trabajando en Budva (Montenegro), he podido conocer los Balcanes con más tranquilidad, no de pasada, como la última vez,, hace ya tres años: mis viajes a Ulcinj, Herceg Novi, Perast, Porto Montenegro la Bahía de Kotor, Dubrovnik y Bosnia pueden dar muestra de ello. Pero tenía pendiente llegar a Kosovo, Bulgaria, Ohrid (la ciudad, con mucha diferencia, más bonita de Macedonia) y ver la vida nocturna de Belgrado. Planeé el por muy cuenta, ya que solo podría contar con Emanuele, mi compañero de trabajo y amigo, para e fin de semana. No obstante, el viaje comenzó con un contratiempo inesperado. Emanuele me escribió a las 7AM un mensaje diciéndome que se había puesto malo y que no podría venir a Belgrado –de momento el viernes-.

Ya contaba con viajar solo a partir del domingo, pero al menos daba por hecho que estaríamos juntos el fin de semana. No me importó. Tenía un plan B. Iba a quedar con una chica de Couchsurfing y sus amigas.  Después de 12 largas horas de autobús en las que entablé conversación con un chaval turco, llegué a Belgrado con un 3 % de batería en el móvil. Cambié los euros por los dinars y después de coger un autobús urbano llegué al hostel. Tuve que preguntar varias veces porque me indicaron mal la parada, pero lo acabé encontrando. Una vez instalado, duchado y preparado, lo que más me interesaba era saber si el plan de la noche seguía en pie. Me puse en comunicación con Sofija y quedamos en una plaza cercana al hostel. Luego nos reunimos con su amiga Maja y unos brasileños -también de Couchsurfing- que conocía Maja. Bebimos en Kafana -un bar bastante popular, al parecer- y luego fuimos a la zona del río Varda, donde se reúnen los jóvenes para salir. Los barcos se convierten en discotecas. Ya lo sabía, desde que me lo comentaron hace años. Entramos en el ‘Shake and Shake’, donde Sofija había hecho la reserva. Me encantó el ambiente, la música y los pibones que andaban sueltos. Si bien es cierto es que también había mesas -una mala costumbre en todos los Balcanes-, el ambiente parecía más relajado, más cercano, no existía esa barrera que interponen las mesas. La noche había quedado que ni pintada para que yo acabara con Maja y Sofija con uno de los portugueses. Después de dar unas cuentas vueltas con el bus llegué al hostel sobre las 6 y a las 8 ya oí a Emanuele llegar en la recepción del hostel. Dormí una o dos horas más y nos fuimos a hacer turismo. 

Belgrado no es de las ciudades más interesantes del mundo en cuanto a cultura, ni siquiera tiene grandes monumentos que ver. Sin lugar a dudas, lo mejor es la vida nocturna –para muchos la mejor de Europa-. Como comenté en el párrafo anterior, hay mesas en los barcos-discotecas. Es tendencia, aunque nos disguste. Tienes asignada una mesa al entrar, por más que no quieres o no la necesites…Después de ir al templo de Saint Sava (la iglesia ortodoxa más grande de Europa y uno de las más imponentes del mundo), de camino al centro nos encontramos con el hotel Moscú, el cual fotografié no menos de diez veces. Disfrutamos, obviamente, de la fortaleza Kalemegdan, que cuenta con unas hermosas vistas al Danubio y un museo militar al aire libre. Se estaba disputando, además, un torneo de baloncesto en unas pistas en los aledaños de la fortaleza. Es una buena opción venir aquí a pasar la tarde, sobre todo cuando el tiempo acompaña, como fue el caso. Ahora, además, pude contemplar todo mucho mejor que hace tres años, cuando estaba completamente nevado y ni siquiera se veía casi el río. Por citar otros sitios notorios de la capital de Serbia (más económica que Budva, por cierto), señalaré la plaza de la República, que cuenta con animados cafés y un ambiente muy agradable. Tambien dimos una vuelta por el barrio bohemio, antes de volver al hostel para intentar descansar un poco y le dije a Sofija que nos reservara una mesa en una discoteca, FreeStyle.

 Templo ortodoxo Saint Sava
La noche no fue tan bien como la anterior, empezando por la estafa del taxista, pero teníamos prisa por llegar antes de las 11.30, que era la hora límite para entrar gratis. El domingo, con todo más o menos visto fuimos a Ada, “la playa” de Belgrado. Estaba a rebosar, ¡no cabía un alma! El calor ayudaba a que la gente acudiera al río a refrescarse, no esperábamos ni por asomo ese aluvión de gente. Nos sorprendió para bien, a pesar de nuestras vestimentas (no íbamos equipados con bañadores ni chanclas…). El tiempo acompañaba y lo ideal habría sido bañarse, pero tomamos alguna cerveza –mucha atención a la marca Jelen, de las mejores que he probado- y comimos allí, para finalizar el día en el hostel, donde habían organizado una barbacoa. No me puedo olvidar de mencionar que la cerveza Lav también está bastante decente.

Plaza de la República
Emanuele se volvió en tren a Budva por la tarde y yo me quedé con la gente del hostel. Pregunté a los de recepción por el partido de baloncesto entre el Partizan y el Estrella Roja, el derby de Belgrado y es que el azar me acompañó y se estaba disputando precisamente la final de la liga Serbia y yo estaba allí para disfrutarla en directo!...si conseguía entradas. Llamaron el lunes por la mañana y les dijeron que no había –al parecer solo eran para los socios-, pero la chica del hostel me dijo que conocían a un chico que las solía vender en reventa. Yo me fui a Novi Sad, como había planeado y estuve en permanente contacto con esta chica para saber cualquier novedad. A lo largo de la tarde me dijo que el chico no había podido conseguir para este partido. Pero yo no me iba a dar por vencido tan fácilmente…

Vistas desde Kalemegdan
Hablando un poco de Novi Sad, he de decir que me gustó bastante. Es pequeño, sí, al menos el casco antiguo (Stari Grad) , pero la plaza mayor era espectacular. Me enamoró a primera vista. Mis fotos panorámicas pueden dar buena muestra de ello. Comí en un restaurante en plena plaza, hice un poco de turismo y quedé con otra chica de Couchsurfing, Maja, para que me enseñara un poco la ciudad y me contara la historia local. Siempre es útil recurrir a esta página. Lo llevo haciendo desde hace años y hasta ahora todas las experiencias han sido positivas.

Fuimos a la fortaleza, que era lo más significativo de la ciudad. Echamos unas fotos desde allí, con el puente separando los dos lados de la ciudad, y la chica aprovechó para ponerme al día de la problemática serbia con Kosovo y Albania. Según ella, Slobodan Milosevic, quiso poblar Kosovo (territorio serbio desde hacía más de 10 siglos) con albaneses. El problema vino cuando los albanos empezaron a tener familias numerosas. Y con numerosas me refiero a más de 10 o 15 hijos. Una locura. Y como podréis adivinar, estas nuevas generaciones de albanos, fueron tomando cada vez más poder, hasta declararle la guerra a Serbia por considerar que ese territorio les pertenecía. Ahí radicaba el problema que acabaría con Serbia bombardeando Kosovo y con Estados Unidos, a su vez, bombardeando Serbia.

Plaza principal de Novi Sad
A media tarde cogí el tren de vuelta a Belgrado. El Pionir y una de las rivalidades más legendarias en el mundo de la canasta esperaban…

Fui previsor y antes de partir a Novi Sad dejé la maleta en las taquillas de la estación de autobús. Más bien era una habitación con vigilantes 24/7, lo cual siempre es una garantía. El hecho de estar sin la maleta me facilitaba desplazarme con mucha mayor movilidad. Nada más llegar a Belgrado, me bajé en la parada más cercana a la Sala Pionir y en 10 minutos allí estaba, en los aledaños de una de las canchas con más mística del básket europeo. Fui preguntando que si había entradas o dónde estaba la taquilla, pero la gente hablaba más bien poco inglés…hasta que me topé -o más bien me encontró él- con un reventa. Me dijo que por 1000 dinars me la vendía. A mí solo me interesaba que la entrada fuera real, válida. Una vez allí, no quería ninguna sorpresa de última hora, y al cambio salía a 8 euros, así que no quise ni negociar, le di los 1000 dinars y tan feliz

. En cualquier otro contexto habría negociado, evidentemente, como hice en Liverpool, en Sevilla para ver los cuartos de la Uefa…pero aquí, sabiendo que no había entradas…y por 8 euros…what a bargain! (qué chollo). Habría estado dispuesto a pagar 20. Segundo partido de la final de la liga serbia, dos clásicos del baloncesto europeo y una cancha especial, con un ambiente bárbaro, espectacular, ensordecedor. No sé si volveré a Belgrado algún vez, pero lo que si sé es que es complicado que estos dos clubes se vuelvan a enfrentar…a no ser que sea en junio-julio, cuando se disputen los títulos de la Liga Adriática y la Liga Serbia. Una vez dentro no paré de echar fotos y grabar vídeos. El partido me importaba e intenté seguirlo, pero el ambiente que se vivía en la cancha era único. Estaba confirmando lo que había visto durante años por la tele. En esta cancha había visto caer a los clubes más grandes de Europa, teniendo el Partizan equipos mediocres, pero la hinchada aquí siempre ha sido un plus, el jugador número seis. Me pude cambiar de asientos –o de sitio, porque nadie estaba sentado- con facilidad.

Recurriendo al selfie por la inutilidad de la gente para echar buenas fotos
La gente no paraba de animar, la grada rugía a favor del Partizán, que jugaba de local y en la segunda parte me ubiqué relativamente cerca de los ultras locales. Vídeos irrepetibles que atestiguan lo fervientes que son estos seguidores, aunque los del Estrella Roja no tienen mucho que envidiarles. Ganó el equipo hoy visitante, el Estrella Roja, que ponía la serie muy a su favor (2-0). Se cumplió uno de mis sueños –ver un partido en el Pionir, aunque me habría gustado que hubiera sido un partido grande de Euroliga, pero cuenta igual!-. Cené en el McDonald, recogí la maleta y puse rumbo a Sofía.


Después de 7-8 horas en un bus nocturno y una parada de media horita en Nis –al parecer una ciudad muy interesante- llegué a Sofia. Cogí el metro y encontré sin dificultad la casa de mi host de Couchsurfing. Estuve un ratito descansando y comentando mis planes con Joanna –polaca de Czestochowa- y otra vez a hacer turismo, tras apenas dormir en el autobús…la paliza empezaba a dejar huella en mi cuerpo, pero unas gafitas de sol arreglan cualquier mala cara. Sofía me gustó, la verdad, a pesar de que Emanuele me la desaconsejó. Tenía cosas que ver y las búlgaras que vi por la calle eran muy top

Iglesia rusa
El Bulevar Vitosha es la calle principal. Tiene un ambiente muy interesante y una gran actividad comercial. Hay tiendas elegantes, bares, restaurantes, casas de cambio... Pasear por él es un must para cualquiera que se acerque a Sofía. De hecho, esa misma noche estuvimos por aquí tomando algo. Al final de la calle se encuentra el Palacio de Justicia, y no muy lejos la ópera y varios edificios gubernamentales, en la conocida Plaza Príncipe Alejandro de Battenberg, lugar de encuentro.

En el bulevar Tsar Osvoboditel, y antes de llegar a la majestuosa Catedral Alejandro Nevski, del siglo XIX - y una de las obras ortodoxas más reconocidas-, se encuentra la iglesia de San Nicolás o Iglesia Rusa, que al igual que Alejandro Nevski, fue construida para conmemorar la liberación búlgara de los otomanos, gracias a cómo no, Rusia. Y llegamos a la Plaza de la Asamblea -coronada con la estatua del Zar Libertador (Alejandro II)- donde se encuentra el Parlamento.

Después de casi media hora logré que me echaran la foto que quería
La monumental Catedral Alejandro Nevski

Tras comer y seguir haciendo turismo quedé con Joana y su compañero de piso (un aleman muy majete) para tomar una cerveza en una azotea muy agradable y con probablemente las mejores vistas de la ciudad. Dimos una vuelta, volvimos a casa a descansar un poco, recuerdo que hablé con Paulina por teléfono y salimos por la noche un ratito para tomar algo y cenar. Más bien para que cenara yo, porque ellos no cenaron. Se bastaban con una o dos comidas al día…aunque hubiera comido a las 5 o 6PM… Inaudito y extraño, sí.

Plaza de la Asamblea, con el Parlamento, la estatua del Zar Liberador y la universidad al fondo a la derecha

Al día siguiente puse rumbo al monasterio de Rila, por recomendación expresa de Emanuele. Y el sitio no me defraudó. Este enclave está a dos horas y media de la capital búlgara y se puede ir cómodamente en autobús. Se ubica en la montaña, en un valle y, sin duda, merece la pena visitarlo. Comí allí y fui a coger el autobús de vuelta a Sofía, que salía a las 15 -el mismo en el que había venido-, pero cuando llegué, a las 14.58, el autobús ya no estaba. Debía resolver cómo volver a Sofía, así que empecé a preguntar a a otros conductores de autobuses que si había otro modo de volver o incluso si no les importaba que me fuera con ellos...me dijeron que había otro autobús a las 17.30, pero yo debía coger el autobús a Skopje a las 20.30, así que iba a andar muy justo para llegar a tiempo a la estación, teniendo en cuenta que debía pasar por casa de Joana a recoger mi maleta.


Las mejores vistas de la ciudad, con el monte Vitosha al fondo
Otro conductor me dijo que a él no le importaba, pero que debía hablar con la encargada del grupo (era una excursión organizada). En principio la chica me dijo que no había problema; pero al poco tiempo se retractó. No podían arriesgarse a que hubiera un accidente o cualquier problema y yo no tuviera seguro. De este modo, no me quedó otra que empezar a preguntar a particulares si me permitían irme en sus coches... Al final encontré a una familia polaca a la que no me importó llevarme. Incluso me dieron de comer! Bueno, más bien era de cenar (para ellos...). Me dejaron muy cerca de casa, cogí la maleta y me dirigí en tranvía a la estación.

De camino a la última parada, justo antes de llegar a la estación, solo quedábamos dos revisores y yo. El hombre me pidió el billete, se lo enseñé y con su pésimo inglés deduje que quería que le pagara más, como si el que llevaba no fuera válido. Me preguntó que de dónde era, le dije que español y me replicó afirmando que ese ticket no era el que correspondía y que le debía dar 10 levas (20 euros). Por supuesto no le hice ni caso, le señalé que era el adecuado (un billete simple, solo 6 paradas, menos de 15 minutos) pero el revisor seguía en sus treces. El tranvía paró, yo me bajé y amenazó con llamar a la policía. Yo le dije que llamara si quería, que no pensaba soltar un euro y tiré hacia delante con la maleta. Evidentemente, quería estafarme y pero no dio con la persona adecuada...

Monasterio de Rila
Llegué a la estación y en la taquilla me dijeron que el siguiente bus a Skopje no salía hasta las 12AM. Cerca de 4 largas horas de espera. Los horarios de Internet no son nada fiables. Es mucho mejor preguntar directamente en la ventanillas, como consejo esencial. No quería estar esperando esas 4 interminables horas, así que fui a buscar Internet y me topé por mera casualidad con El puente de los Leones. Un atractivo turístico más al que echar unas fotos. Justo al cruzar el puente había un KFC donde cené e hice tiempo disfrutando del siempre recurrente wifi.

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