viernes, 17 de mayo de 2013

El Olympiacos devora al Madrid y se lleva la Final Four de la Euroliga


Nuevo evento de resonancia en Londres. Llegaba la Euroliga, la máxima competición del baloncesto continental, y con ella la Final Four, a la que solo acceden los cuatro mejores equipos. Una corte muy selecta y restringida que hace las delicias de miles de espectadores todos los años. No de tantos como debería en Londres, ya que aquí, al contrario que en Barcelona, Atenas, Siena, Vitoria, Vilna, Moscú o Tel Aviv, no se respira el básket por las arterias de toda la ciudad.

La primera semifinal enfrentó al campeón de la pasada edición, el Olympiacos, con el gran favorito en todas las apuestas, el CSKA de Moscú, que contaba con varias estrellas de la competición en nómina. Hubo sorpresa. Los griegos barrieron a un CSKA desnortado, sin el brillo que ha irradiado todo el año. Se apagaron las luces de Teodosic y ni Krstic ni Khryapa supieron sacar a los rusos del atolladero.


Un Olympiacos muy serio comandado por Kyle Hines (13 puntos y 10 rebotes) se llevaba el partido sin dar lugar a debate (69-52).

El Madrid desarma al Barça desde la defensa y se lleva el duelo español en semifinales

18 años sin ganar la Copa de Europa. Esa es la cifra que hace temblar los cimientos de la casa blanca cuando se recuerda que desde 1995 en Zaragoza no se alza el trofeo más prestigioso del continente. Pero esta vez el premio parecía más cerca que nunca. El Madrid batió al Barça con un juego voraz, apretando los dientes y demostrando que el título le pertenecía por derecho propio. 
 
A pesar de que el inicio del duelo no fue todo lo bueno que se esperaba para los blancos, el final sí que hizo un guiño a su glorioso pasado. Pero eso es otra historia. El partido lo dominaba Marcelinho al poco de arranca, con ese tiro a una pierna que tanto le caracteriza ponía la máxima (11-6) a los cinco minutos de iniciarse el choque y obligaba a Laso a  pedir tiempo muerto. Dio igual. El Barça siguió defendiendo con mano de hierro y Navarro con una canasta marca de la casa daba aún más aire a los azulgranas al finalizar el primer cuarto (18-11).

 Respondía Llul a un Navarro que veía el aro como una piscina. El Madrid quería correr y el Barça sestear.  Pascual imponía su sistema al de Laso. La defensa y el tempo de partido lo marcaban los culés. El defenestrado Tomic tomó la pintura como si fuera el pórtico de su casa. Imperial, sacando faltas, anotando y siendo una jaqueca para los pívots blancos: 14 puntos y 6 rebotes al descanso.  Mantuvo vivo a su equipo cuando el Madrid amagó con irse en el marcador. 

La racha de Sergio Rodriuez y Rudy desde el triple ponía la máxima para el Madrid al descanso (39-33).
Pero Tomic continuaba percutiendo tanto o más que en la primera parte y daba la vuelta a la tortilla (51-48). Huertas enchufó un triple cuando expiraba la posesión y colocaba a los suyos seis arriba (54-48). Jasikevicius ampliaba la diferencia a 8 y Laso paraba el partido a falta de 12 minutos.

Las rotaciones de Laso estaban hundiendo a su equipo. Sergio Rodríguez, adalid del juego ofensivo que transmite por sus poros en la competición liguera el Madrid, se pasaba el tercer cuarto en el banco.
Al Madrid no le quedaba otra que arremangarse y subir un punto en defensa. Se agarró al partido secando a Navarro y a Tomic. El Barça se atascó. Parecía exhausto, sin ideas, bloqueado. Navarro no podía ni siquiera levantarse y tirar; y Tomic penaba en la pintura sin poder recibir balones. Felipe catapultó a los blancos a base de casta y agallas, resultando clave en el devenir de partido. Con menos minutos que hace unos años, con un rol más residual, siempre acaba cumpliendo. El hambre de unos y la desgana de otros hizo el resto. Bochornosos final del Barça. Huertas falló el triple para ponerse a dos (67-72) y el Madrid sentenció desde el tiro libre (74-67), sellando su pase a la ansiada final.

El Olympiacos ahoga al Madrid y repite título

A 100 puntos se fue el Olympiacos, una cifra habitual para el Madrid en la competición doméstica. Sin embargo, el domingo supuso una cota demasiado alta. No pudo ni supo cómo deshacer la telaraña griega y lo que es más inusual, encontrar armas para dañar la defensa rival. Se encontraron los blancos con un equipo griego con más corazón y templanza, que no se amilanó ante la diferencia abismal que separó a ambos equipos al término del primer cuarto (27-10).
  
El inicio de partido fue una ilusión óptica que duró solo un cuarto. Un Madrid desatado en ataque y sin correas llegaba hasta los 27 puntos transcurridos los primeros diez minutos. Una progresión de más de 100 al acabar el choque. Jugaban los de Laso a la carrera -su seña de identidad- y la anotación se estiraba cada vez más. Sin concesiones en defensa y contragolpeando con cada robo, con cada pérdida del Olympiacos.
Ponía el Madrid la máxima (13-5) cuando solo se llevaban disputados 5 minutos y obligaba al técnico griego a pedir tiempo muerto. De poco sirvió. El Madrid seguía igual. Ahora los triples volaban de la mano de Rudy. En esa ristra de tiradores que tienen los blancos aún no habían aparecido Sergio Rodríguez ni Jayce Carroll. Un abanico para asustar al más pintado. Una diferencia que la explicaban los 5 triples del Madrid. Los blancos veían el aro como una piscina olímpica. Una hemorragia que el Olympiacos solo podía parar a base de casta.



La ruidosa hinchada helena






Llegó la reprimenda de Bartzokas y la diferencia menguó hasta los 9 puntos (18-27). Las sensaciones y la iniciativa ya corrían del otro bando. El huerto en barbecho del Madrid ya no lo regaba ni Sergio Rodríguez, inédito hasta ese momento. El ritmo lo marcaba ya un Olympiacos que había embarrado el partido. Con el duelo enfangado por los legionarios griegos el Madrid sufría con cada posesión. No corría y la anotación se resentía tanto que en 6 minutos de segundo cuarto solo había anotado 4 puntos (24-31). El Olympiacos había remado y se había puesto a 7 (22-29). La dinámica del juego era franjirroja aunque en el marcador mandara el Madrid (31-35, a 2 minutos para el descanso).

20 minutos para el final y partido nuevo

El lenguaje corporal del Madrid no era el mismo que tras el primer cuarto. Rudy y Llull ya no saltaban  ni alentaban a la afición blanca. Era de esperar. La grada, mayoritariamente rojiblanca, no podía permitir que su equipo muriera sin pelear. Desfallecer no se contemplaba.

El asueto, en lugar de suponer un soplo de aire fresco, espoleó aún más a los griegos. Spanoulis clavó tres triples frontales y colocó al Olympiacos 3 arriba (48-45). El Madrid, sin rumbo, no encontraba su ritmo. Lejos quedaban los primeros compases del partido. Pablo Laso se veía obligado a pedir tiempo muerto. 52-46 con 5 minutos por jugarse.

De la mano de un valiente Rudy que empezaba a hacer de todo en la pista,  el Madrid empezó a pelear cada rebote. Tuvieron que recurrir los madrileños a la intensidad defensiva. Así igualó el partido. El coraje de Slaughter encontraba su réplica en el coloso Hynes, que entraba en una refriega constante con Felipe Reyes. Draper, inédito hasta el tercer cuarto, encontró la forma de parar a Spanoulis, el timón griego. Sin su vela, el Olympiacos es menos equipo. 61-61 y diez minutos con una tensión máxima por delante. La navaja cortaba el aire en cada ataque. Las muñecas se encogían hasta que salió Spanoulis. A la estrella del equipo más socialista de Europa no le tiembla la muñeca cuando el tiempo expira y los corazones palpitan más rápido que nunca. Un triple tras salida de bloqueo ponía el 70-62 a falta de poco más de 7 minutos. Situación extrema para el Madrid. Muy parecida a la de las semifinales ante el Barça.

Perperoglu sostiene el trofeo de campeón
Pero hoy la defensa no iba a ser suficiente. Aparecieron Sloukas y el árbol mecido por Spanoulis provocaba una borrachera de puntos alcanzable para el Madrid en otras ocasiones, pero no hoy. La defensa asfixiante pudo con los blancos. Los alfiles del Madrid se fueron desplomando uno a uno, mientras que las torres del Olympiacos iban  enseñando nuevas jugadas. Sergio Rodríguez seguía sin aparecer y a Carroll apenas se le vio en todo el fin de semana.
El Olympiacos en el podio celebrando el título


Kyle Hines dedica el trofeo a su afición

Spanoulis a falta de 2 minutos liquidaba  los blancos. Un nuevo triple con Rudy delante, ponía a los de El Pireo 11 arriba. 90-79 y explosión de alegría de la parroquia helena. El júbilo era máximo. Un equipo que rebajó su presupuesto por la crisis y tuvo que vender a sus estrellas. Aunque anduvo listo, confió ciegamente en un hombre, Spanoulis, que decantó la final para los griegos con 22 puntos, 4 asistencias y jugadas tan decisivas como el calor de su afición.